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La guerra contra la ansiedad

¿La ansiedad invade tu vida?

Es cansado. Es muy difícil y agobiante tener que tolerar grandes niveles de ansiedad todos los días… todo el tiempo. Lidiar con la rutina y balancear la vida mientras lidiamos con excesiva ansiedad no es fácil.

Peor aún: Cuando la recurrencia de este síntoma se vuelve insoportable, encontrar un estado de tranquilidad emocional se vuelve un sueño irrealizable.

Esto puede deberse a distintos eventos externos, a nuestro propio pasado o a perspectivas actuales de la realidad que nos provocan un malestar continuo, encontrándonos así, en una situación de ansiedad generalizada.

Si estoy ansioso gran parte del tiempo, es normal que sienta la necesidad de recurrir a diversas distracciones y “remedios” temporales para paliar el continuo malestar.

De hecho, esto puede causarnos adicciones de hábitos, sustancias y personas. ¿Por qué? Porque si no encontramos paz en lo ordinario, en lo rutinario, entonces realmente nunca estamos tranquilos.

Los episodios de ansiedad pueden ser continuos y permanentes o esporádicos y envolventes. Existen diversas causas por las que podemos sentirnos así, por ejemplo:

  • Preocupaciones y traumas
  • Experiencias pasadas
  • Expectativas no cumplidas
  • Pesimismo

Por mencionar algunas. También debemos tomar en cuenta factores y predisposiciones genéticas, cerebrales y de personalidad.

El nerviosismo constante, el estrés y el cansancio son apenas la entrada hacia problemas gastrointestinales, tensiones musculares y falta de sueño. Todo esto derivado de la ansiedad.

Yo lo sé. Lo he vivido. Es muy difícil vivir así. Merecemos tener una vida normal y tranquila. Y claro que se puede lograr.

Después de lidiar muchísimos años con ansiedad severa, depresión y otros diversos trastornos, que limitaban enormemente mi vida, he podido encontrar tranquilidad. Me he dado cuenta que sí se puede cambiar, y claro se puede vivir bien. Pero sólo a través de la paciencia, tenacidad y valentía.

Lo primero es preguntarnos ¿realmente estamos seguros de qué es lo que nos provoca ansiedad?

Si no sabemos, nuestra primera tarea es descubrirlo. Si ya lo sabemos o lo intuimos, tenemos que trabajar en desensibilizar esta reacción tan atrofiante.

Recuerda que la ansiedad es una consecuencia. Y hay que trabajar en sus orígenes para poder combatirla. Es decir, confrontar sus causas y reeducar los pensamientos que nos hacen tenerla.

¿Cómo?

El primer paso es no evitarla. Hay que sentirla completamente y observarla a cabalidad. Detenernos en ella y percibirla como lo que es: un síntoma. Un mero reflejo corporal de nuestros pensamientos.

Cada vez que la sintamos, la observaremos y nos distanciaremos de ella, analizando las reacciones que provoca en nuestro cuerpo. Algo así como describir la composición de una pintura o una película.

Obsérvala. “Me siento agitado, la piel se me eriza, comienzo a tener estos pensamientos, mi reacción usual sería ver el celular o comer algo, pero por ahora, decido seguirla observando”

Al mantenernos distantes de estas sensaciones, impediremos que se apoderen de nosotros, y más importante aún, no las reforzaremos ni vincularemos a nuestros pensamientos.

Canalízala. Trabaja su origen y profundiza en las razones por las que se te manifiesta. Una vez que las tengas identificadas, reestructúralas. Cambia los patrones negativos de pensamiento por otros que sí sean benéficos.

Adicionalmente, también consideraremos las siguientes medidas para aumentar nuestro bienestar y mitigar los efectos de la ansiedad:

  • Ejercicio físico
  • Suplementos alimenticios
  • Ejercicios de relajación
  • Reestructura de nuestros pensamientos

Si estás sintiéndote incómodo contigo mismo o ansioso sin motivo aparente, una pequeña dosis de ejercicio inmediato puede aliviarte. Intenta hacer una serie de lagartijas o sentadillas hasta llegar al fallo.

En general, haremos cosas positivas y constructivas por y para nosotros. Hagamos distintos ejercicios, proyectos, aprendamos cosas nuevas, construyamos y cultivemos relaciones, y por qué no, hagamos alguna obra de caridad.

Por último, toma en cuenta que en ocasiones la ansiedad es una señal del cuerpo para mostrarnos que no estamos siendo coherentes con lo que deseamos o con quien realmente queremos ser.

¿Tal vez nos hemos olvidado de nosotros mismos?

Si es así, ¿cómo podemos re-encontrarnos?

Esa, mi buen amigo, es una gran jornada.